Madre

Madre
En un acto primigenio de entrega, Madre encarna la esencia de la protección absoluta. Su cuerpo, quebrado pero fuerte, se arquea como un escudo vivo, enfrentando lo inevitable para resguardar lo que ama. Las grietas en la cerámica, cuidadosamente trazadas, no son heridas: son cicatrices de batallas silenciosas, de noches en vela y sacrificios invisibles.

La textura de su piel cerámica, áspera en algunos lugares y pulida en otros, es un mapa táctil de su lucha, de su humanidad. Las curvas de su figura, tanto frágiles como inquebrantables, hablan de un amor que no conoce límites ni condiciones.

En el núcleo de la pieza, una sensación de desgarro y resistencia: el peso de proteger, la carga de amar, y la voluntad de ofrecerlo todo, incluso cuando su propia esencia está en peligro de romperse. Madre no solo es una figura; es un grito silente que celebra la valentía de quienes aman más allá de sí mismos